El cuerpo de Mizuki rápidamente se volvió sensible, no pudo resistir la atracción de sus manos, permitiéndole explorar sus lugares más secretos. ¡Y finalmente, ella dejó que él la dejara embarazada para su marido! Cuanto más ingenua es una mujer casada, más fácil le resulta caer. Desde ese momento, el cuerpo de Mizuki siempre se sintió incómodo, en su mente siempre aparecía la imagen de la gran polla de la masajista. Aunque su marido quería tener relaciones sexuales con Mizuki, ella siempre encontraba una razón para negarse. Y entonces, Mizuki voluntariamente se acercó a él, le rogó que se la follara, le rogó que la dejara embarazada...